La noche en el espejo
Claudina Domingo
Completo
7 horas 19 minutos
De la editorial
"Cada quien tiene sus penurias, y la mía es tener que huir siempre de algo", afirma la protagonista de esta novela, una mujer en busca de una paz imposible jaloneada por encuentros que la sumergen en realidades cavernosas que parecen sueños. Vemos desfilar frente a ella personajes asombrosos, grotescos o simplemente sin esperanza. Casi siempre se trata de encuentros fugaces, que tienen la peculiar naturaleza mágica de los encuentros sin una segunda oportunidad. La protagonista no rehúye ninguno, porque cada uno puede ser el que pondrá fin a su huida, y esa plena disponibilidad, de tan acendrada, la torna casi incorpórea.
Claudina Domingo ha tenido la feliz intuición de que sólo un estilo entre realista y onírico puede aprehender la complejidad de un personaje así, y a él se mantiene fiel con una riqueza de recursos y una tensión emotiva que no decae nunca, entregándonos un libro lleno de poesía y de suspenso.
Fabio Morábito
"No sabía que tenía un fantasma. Y un fantasma que sabe usar el taladro y el serrucho, voy pensando mientras vuelvo a la habitación, porque no he sido yo quien ha hecho esas reparaciones. ¿O sí? Algo se remueve en la cama. Me quedo inmóvil en el umbral de la habitación para espiarlo. Agita las cobijas y gime. Debo ser yo, que no conseguí volver. Sin pensarlo dos veces salto a la cama decidida a hacerme regresar. Me aprisiono entre las piernas y me golpeo los costados, pero cuando retiro las cobijas, Columba, aterrada, da un salto y escapa por el pasillo. Ahora he hecho algo peor. Estrujo las cobijas. Escucho, a lo lejos, un canto gutural en el que se van colando los cilindros de gas que ruedan por el piso del pasillo de la vecindad. Ya voy a volver. Me relajo en el abismo y espero. Una a una van cayendo las gotas. En cualquier momento regreso. El charco que hay a mí alrededor pronto me enfriará. Eso me hará volver. Un pez pasa entre los dedos de mi mano, y más abajo, entre mis piernas intuyo algas. En cualquier momento... Alguien está nadando cerca de mí, es pesado y veloz. Regreso justo a tiempo; volteo: las fauces están cerca de mí. Apenas me da tiempo de pegarle con una cacerola y salir pataleando rápido. Lo bueno es que soy precavida. Si no hubiera traído conmigo la cacerola quizá ya estaría muerta o algo peor".
Claudina Domingo ha tenido la feliz intuición de que sólo un estilo entre realista y onírico puede aprehender la complejidad de un personaje así, y a él se mantiene fiel con una riqueza de recursos y una tensión emotiva que no decae nunca, entregándonos un libro lleno de poesía y de suspenso.
Fabio Morábito
"No sabía que tenía un fantasma. Y un fantasma que sabe usar el taladro y el serrucho, voy pensando mientras vuelvo a la habitación, porque no he sido yo quien ha hecho esas reparaciones. ¿O sí? Algo se remueve en la cama. Me quedo inmóvil en el umbral de la habitación para espiarlo. Agita las cobijas y gime. Debo ser yo, que no conseguí volver. Sin pensarlo dos veces salto a la cama decidida a hacerme regresar. Me aprisiono entre las piernas y me golpeo los costados, pero cuando retiro las cobijas, Columba, aterrada, da un salto y escapa por el pasillo. Ahora he hecho algo peor. Estrujo las cobijas. Escucho, a lo lejos, un canto gutural en el que se van colando los cilindros de gas que ruedan por el piso del pasillo de la vecindad. Ya voy a volver. Me relajo en el abismo y espero. Una a una van cayendo las gotas. En cualquier momento regreso. El charco que hay a mí alrededor pronto me enfriará. Eso me hará volver. Un pez pasa entre los dedos de mi mano, y más abajo, entre mis piernas intuyo algas. En cualquier momento... Alguien está nadando cerca de mí, es pesado y veloz. Regreso justo a tiempo; volteo: las fauces están cerca de mí. Apenas me da tiempo de pegarle con una cacerola y salir pataleando rápido. Lo bueno es que soy precavida. Si no hubiera traído conmigo la cacerola quizá ya estaría muerta o algo peor".
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